Desde Macondo a Nunca Jamás, haciendo escala en Fantasía y guiado por tortugas sobre elefantes, la magia de las historias contadas emana de los dedos de Raistlin o Gandalf, mientras Fizban busca su sombrero y Potter su destino, las intermitencias de la muerte desaparecen para recordarnos que entre letras, existe la inmortalidad. Da igual si ensayas tu ceguera porque siempre habrá luz y lucidez entre los libros que forjarán los pilares de tu tierra, y nosotros, renglones torcidos de Dios, celebraremos en petite comité nuestra propia conjura de necios para vanagloriarnos de que alguien, algún día, creó una fundación de soñadores para que nos preguntáramos por mil y una noches si los androides sueñan con ovejas eléctricas, o si entre cumbres borrascosas existen al fin grandes esperanzas de encontrar nuestro crimen y nuestro castigo.
Nuestra odisea comienza con el perfume a nuevo de cada cuaderno dorado que cae en nuestras manos, y comienza en nuestra mente una nueva guerra, una nueva paz, un nuevo amanecer de un Sol desnudo.
Porque jamás tendremos, acompañados por las letras, ni cien segundos de soledad, aunque sentiremos lo que un lobo estepario mientras contempla mil soles en el cielo y cometas espléndidos.
Leer es, sin duda, un nuevo mundo sin fin, un plan infinito, es, la crónica de una nueva vida anunciada.
Feliz día del Libro
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