Archivo | julio, 2012

Nos gusta la tristeza

18 Jul

Tenemos ganas de estar tristes, admitámoslo, nos gusta regodearnos en el “no puede ir a peor”, somos víctimas del dramatismo y encontramos ese calorcito familiar en el todos a una del lamento. Nuestros padres y nuestros abuelos vivieron situaciones mucho más dramáticas que las nuestras, y no solo eso, sino que las superaron y se hicieron fuertes en ellas. Algunos lucharon contra estas directamente, otros lucharon por su familia saliendo adelante.
La mayoría de nosotros somos niños grandes con estudios, con teléfono móvil que, “a pesar que nunca nos gustó, la globalización nos obligó a necesitarlo”, incapaces de admitir el hermoso adelanto tecnológico que supone. Amantes de lo precario para poder distinguirnos de aquello que se supone debemos odiar, el dinero.

Pero el dinero no es malo, lo malo es no tenerlo, que diría mi padre. Decir que el dinero es malo es como decir que los juegos de rol son malos y no malas son las personas que hacen mal uso del mismo. El dinero fue un adelanto increible en su momento, darle valor ficticio a algo para que el trueque se hiciera más global y todos pudieramos adquirir todo tipo de productos.

Pero nos pasamos las horas buscando culpables, otros, cabezas de turco que tengan la culpa de todo, y si es mezclando, mejor. Hacer un buen cocktail de eurocopa con políticos, pasando por bomberos y el calor, aderezado con televisión, es el menú del día.

El mayor causante de muertes del planeta es el alcohol, y jamás ví un cartelito de facebook que nos hiciera concienciarnos con el. Porque no es populista, porque lo usamos, porque es una seña de identidad como lo son las marcas que ya han aprendido que es mejor fabricar una camisa lisa, porque lo último de lo último es parecer que no llevas marcas.

En el río de las redes sociales, a simple vista, parece que hay muchos dedicados día y noche a encontrar nuevos escándalos y luchar porque sean lo suficientemente ruidosos como para generar un nuevo movimiento, un nuevo hashtag, unas nuevas manos a la cabeza. Es el peligro de la comunicación total que vivimos, enormemente útil, pero plagada de idiotas.

Criticamos a los medios porque ya aprendimos en su momento que partían la realidad y nos enseñaban el prisma conveniente. Ahora nos toca aprender que los medios somos nosotros, y que también vendemos nuestro prisma interesado, como yo ahora mismo.

Léelo todo y no te creas nada del todo, para empezar, no te creas esto.